El municipio de Gualchos se sitúa entre la Sierra y el Mar, entre la serena Costa Tropical y la Alpujarra eterna, guardando en sus gentes, en sus tradiciones, en sus fiestas, la memoria del tiempo, que hace de él un territorio único. Un municipio con dos almas, con un solo corazón, abierto al visitante.

Comparte la Historia de las demás poblaciones costeras del litoral granadino: vestigios de un destacado papel comercial durante el período de expansión de las primeras civilizaciones de la cuenca mediterránea, momentos de máximo esplendor en los siglos de la cultura árabe-andalusí, gracias a la eficaz explotación de sus recursos agrícolas, despoblación casi generalizada tras la expulsión de los moriscos y, luego, una época incierta que obligaba a establecer baluartes defensivos costeros ante la amenaza de las frecuentes incursiones de piratas berberiscos. Hoy estos pueblos vuelven a recobrar su antigua prosperidad gracias al desarrollo agrícola-tropical y a la atracción turística del territorio.

La Villa de Gualchos derrama su caserío blanco bajo el Cerro del Conjuro (832 m.s.n.m.) orientado al sol del mediodía, mirando a la vega y al mar que componen su horizonte. Rodeado de huertos, de cultivos mediterráneos de almendros, higueras, frutales y viñas, Gualchos rememora en sus calles el pasado originario de la Villa y recrea en la cal y flores de sus ventanas, balcones y portales, la Alpujarra eterna que mira al mar.

Gualchos se vive intensamente paseando por sus calles, descubriendo rincones , plazuelas, callejones con encanto. Respirando el aire fresco que alterna la brisa del mar y el frescor de la sierra.

Visitar la iglesia de San Miguel Arcángel, su patrón, de tradición mudéjar, (siglo XVI) con su bella torre campanario que se eleva entre las casas. Reposar junto a la iglesia en la pequeña plaza ajardinada. 

El Banco de Sensaciones, Centro de Interpretación Etnológico de Gualchos, donde se recoge parte del rico patrimonio tradicional de este pueblo y su comarca .

Lebrillos, cestas, canastas y banastas, útiles de cocina, aperos de labranza, se exponen al visitante con acertado gusto, convirtiendo nuestra visita en un auténtico “viaje en el tiempo”, a un pasado no tan pretérito que muchos revivirán en su visita y que otros, los escolares principalmente, pueden conocer y recrear, gracias al cuaderno didáctico editado por el ayuntamiento que contiene información y también nos dirige a soportes digitales con sonidos y antiguas canciones .